31 de enero de 2009

EL SOLITARIO QUE ME ENSEÑÓ MI PADRE (Cuento invernal)

Un día cualquiera, de cualquier semana, me di una vuelta por el enorme salón del casino, donde cada tarde muchos parroquianos jugaban sus partidas, unos de naipes, otros de dominó, ajedrez e incluso de billar. Casi todas las mesas estaban ocupadas, no sé porqué me fije en una que aún permanecía vacía, esperando en un rincón, con la baraja preparada, a que los jugadores tomaran posiciones. Me acerqué de forma distraída, casi sin darme cuenta y leí lo que ponía en la funda de la baraja: “para solitarios”. Nadie la tocaba, todos echaban una ojeada y pasaban de largo, con un gesto cansado en los hombros. Miré el reloj, tenía tiempo para hacer aquello que la propia baraja me ofrecía para paliar así su solitaria vida. El juego de palabras me hizo gracia; la cogí. Me disponía a abrirla cuando un murmullo, apenas audible, llegó por el aire y se paró en mis oídos. Asustada, levanté la vista, nadie parecía fijarse especialmente en lo que estaba haciendo. Serían figuraciones mías. Moví lentamente la solapa del paquete, volvió el murmullo, esta vez con más clamor. Ya estaba claro, era para mí. Alzo altanera la mirada y reviso todos los rostros, ahora sí, estaban clavados en el mío.
-¿Qué pasa? ¿No la puedo abrir?
Silencio absoluto, jugando al despiste, sólo faltaban los silbiditos y las miradas al cielo. Por toda respuesta, observo como un señor comienza a levantarse de su mesa de juego. Se mueve lentamente, con el andar reposado del que ya lo ha caminado todo. Tengo apenas unos metros para revisar su cara; sonriente, benévola y con un punto de sorna en la mirada.
-¡Claro que puedes abrirla!, hija, pero sentada.
-¿Sentada? ¿Por qué?
-Sentada. Sentencio y se fue.
Con un enorme sobresalto, me senté, no me cabía ninguna duda de que si quería abrir la dichosa baraja debía sentarme. Y la abrí… esperé unos momentos el ¡Ohhhhh! Pero un rotundo silencio se hizo en el salón y todo el mundo volvió a sus partidas y a los paseos por el largo espacio entre la puerta y la galería.
Me sentí un poco decepcionada, creí que iba a ser el centro de atención y que las cartas serían especiales o algo así, pero no. Cuando saqué el contenido de la funda, me encontré con una baraja de “Fournier
”, semi nueva, roja y completa. Ya que estaba sentada, cómoda, tranquila y relajada, recordé, sin saber porqué, un solitario precioso que me enseñó mi padre, me gustaba especialmente porque siempre se resolvía. Lo recordaba con mucha precisión, quizá con demasiada. Rápidamente coloqué las cartas sobre la mesa y levantando unas, moviendo otras, fui componiendo el juego, pero no me salió. Bueno, era normal, hacía tiempo que no lo practicaba. Barajé y me repartí. Varios paseantes se habían acercado a verme jugar conmigo misma, yo envalentonada, concentré toda la zona de mi cerebro que dedico al juego (que no es muy grande) y vuelta a empezar y vuelta a empezar y vuelta a empezar. Los clientes se iban marchando, moviendo la cabeza de un lado a otro, me pareció que miraban con pena. Cuando me quise dar cuenta sólo quedábamos el señor del lento caminar y yo, que me había olvidado del mundo. Éste me sonreía ahora con sorna manifiesta.
-Ya te dije que te sentaras. Esta baraja te atrapa en sus solitarios, hasta que no buscas más compañía que ellas para jugar. No te canses, no sale nunca. Están encantadas.
-¿Cómo van a estar encantadas unas cartas? ¿Me toma el pelo?
-Si no me quieres creer, al menos sabrás leer ¿No ves que pone “para solitarios”?. Solitario. Encantadas, lo que yo te digo.
Tuve intención de hacer otro, no podía ser que no me saliera el solitario de mi infancia, s
ería la última vez, pero mi amigo me hacía un guiño desde la puerta y me tendía una mano con firmeza. El gesto me sonó a rescate. Dejé la baraja sobre la mesa sin recoger, subí las escaleras mientras las cartas se reían de mí. Cuando llegué a casa, busqué las cartas de mi padre, ellas me reconocieron. Hice el solitario tres veces completo y me fui a la cama con la carcajada prendida en los labios. Esta mañana me he levantado con la sonrisa puesta y la incredulidad en el ánimo. Lo primero desayunar… NO, lo primero ir a por la baraja ¡Claro que no me creo lo de la magia!, pero será mejor quitarla de la circulación, porque “haberlas haylas”.

(Ahora que tengo permiso. Este cuento va para Ricardo, espero que me perdone no haberle alegrado el día con "la rosa roja")

17 comentarios:

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Sabes mi mama aún juega solitario a veces cuando la visito la observo jugando y cuando termina le pregunto le salió y casi siempre dice que sí.

Me recordó los juegos de mis papas con sus cartas me hizo recordar esos bellos momentos que aún hoy en día ellos comparten juntos.

Que chica que anda haciendo usted en casinos hummm jaja un abrazo desde San José.
Saludos

cuarentaydosymedio dijo...

Juegos como la vida misma. ¿Qué juego juegas en tu vida? ¿Juegas el juego del Solitario? Es el juego más complicado, nunca ganarás, aunque te lo parezca... Marina, nos lo descubres en tu cuento. El solitario te atrapa, no te deja pensar en otra cosa, te aísla del resto del mundo… En esta vida hay muchos “naipes encantados” que jamás te dejarán ganar… ¿Ganar y perder? ¿Quién gana y quién pierde en el juego del solitario? Siempre ganan las cartas, siempre pierdes tú… Aunque creas que has ganado, en realidad siempre pierdes.

Marina dijo...

Saludos Roy ¿Qué que hago en un Casino?, jajajajajajaj pues Presidir su Junta Directiva, un Casino, a la vez que Ateneo Cultural de unos 1.500 socios, preparar actividades, lúdico-formativas (campeonatos, conferencias, exposiciones, viajes...) he sido la segunda mujer que preside este Casino que cuenta con 129 años de antigüedad, un mundo de hombres en el que las mujeres nos estamos haciendo un hueco. No te puedes imaginar el enorme placer de abrir las puertas del salón de juego y ver a 123 mujeres jugando un campeonato de cartas, encima con una Presidenta. Por cierto, fue mi padre quien me enseñó todo el mundos de cartas, dominó, billares etc, él decía que socialmente todo era necesario... y tenía razón.
Un enorme abracito para tí, tan lejos como estás.

Mi querido duende 42'5 esta vez te equivocas, con las cartas siempre ganas... siempre que tú las controles. A mi me apasionan las cartas, socialmente es un asunto fantástico, eso sí, jamás apuesto, ese es el peligro.
Un beso cielo.

cuarentaydosymedio dijo...

Claro Marina, me equivoco si de lo que hablamos es de compartir buenos momentos con los amigos, de reír juntos con una baraja como excusa. Claro que así ganar o perder con las cartas es lo de menos, siempre ganas con los momentos compartidos con los amigos.
Pero mi interpretación a tu cuento era más metafórica. Yo he querido “traducir” tus palabras en una metáfora de cómo algunas personas afrontan la vida, hablo de aquellos que buscan satisfacciones individuales, egocéntricas, solitarias; de aquellos que caen en la competición contra sí mismos. Y es que en estas competiciones siempre se pierde… Hay juegos aparentemente divertidos que terminan por atraparte y aislarte del mundo, que terminan por destruir a las personas. Hay muchos juegos de éstos, seguro que sabes a qué tipo de juegos me refiero, todos explícita o tácitamente están emparejados con la violencia, el desprecio, el egocentrismo, la manipulación…
Pero yo no quería ponerme tan serio… ¿Sabes jugar al mus? ¿Hay dos por ahí para que nos echemos un mus? Y si solo es uno echamos un tute cabrón (perdón es que se llama así), y si somos cinco un subastado o una pocha o un continental. ¿Vale?

Anónimo dijo...

Jeje, y qué gustirrinín da tocar una baraja nueva, verdad??
El solitario es un vicio terrible, pero yo soy más de musss. Envido!!

Un beso coraÇao!!

alfonso dijo...

Todo me parece muy lógico. No hubo engaño alguno. Era uan baraja pra solitarios y tu no pareces encajar en esa categoría de gente solitaria. Así pues, fracasarás siempre.
Tal vez yo tenga más suerte. Probaré.

Besánganos
__________
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Marina dijo...

42'5 no te "aparatosees" que este es un cuento amable para crear sonrisas.

Donce lo que más gusto me da es verte por aquí... ya somos tres para el mus, nos falta uno. ¿Quien se anima?????

Ñoco, es cierto, no soy solitaria, necesito a la gente, a mi gente, salvo en esta hora bruja que es completamente mía, en la que necesito mi espacio y mi tiempo. Soy un ser social.

cuarentaydosymedio dijo...

Ufff, sí vale, me aparatoseo. Lo sssientooo… O mejor lo dejo de pié… Ay no, que a las cartas se juega sentado, je, je, j...
Venga, otro para un mus… De momento veo el envite de Donce y cuatro más.

Anónimo dijo...

jajaja, qué bueno!

Es curioso, seguramente ése " encantar" las cartas estaba hecho absolutamente a conciencia por una mente estratega. No hay duda de que lo que pretendía es que los solitarios de turno pasaran la tarde... y la vida.
No sé si es buena estrategia, la verdad. Pasar la vida... sin nunca obtener una pequeña recompensa, por pequeña que sea , me parece cruel y frustante.

Me alegra mucho que llegaras a casa y te desquitaras con tus cartas de siempre. Es lo que hay que hacer.

Un beso gordo, y con las cartas marcadas, pone : las de Marina; para que siempre encuentre premio

^_^

Sinda dijo...

Esta tarde te envié un comentario, y veo que no está publicado. Seguro que algo hice mal.
Te decía que no sería la última vez que te visitaría, y que me había hecho ilusión que tú fueras la Presidenta del Casino de Béjar. He conocido al menos a dos egregios antecesores tuyos en el cargo: José Luis Majada y Antonio Gutiérrez Turrión.
Te deseo mucha suerte (en tu cargo y en tu blog).

Nadie sabe que he sido ganadora -junto con mi padre- de campeonatos de mus de nuestro pueblo. Es el único juego (de cartas)que me gusta. Lo que pasa es que me quedé sin pareja(de mus) hace ya 5 años. Así es que cuando queráis, aquí me tenéis. Llevo pares y juego.
Un abrazo.

Marina dijo...

Hola Femme cielito. No te puedes imaginar la cantidad de problemas que tuve con las cartas en el Casino.....precisamente porque estaban marcadas jajajajajajaja, es broma (lo del marcaje) yo como buena economista, prefería recolocar las barajas que comprarlas a tontas y a locas que esque son cariiiiiiiiisimas y teniamos pocas perrinas pa comprar.
Por cierto, ya he dicho que mi padre me enseñó a juugar a las cartas, pero MI ABUELA con 90 años... me ensenó....¡¡¡¡A hacer trampasssss!!!!!!! ¿QUÉ BRUJA MI ABUELA! (Fue la 1ª bruja de la familia)

Sinda cielo, siento lo del comentario, yo una vez te hice uno contándote dónde daba clases y todo eso y tampoco salió.
Ya no soy la presidenta del Casino, lo fui en el 2007 (vice) y en el 2008 (Presi)Fue una experiencia de lo más agradable, tuve muchísimo trabajo y le dediqué todas mis energías y mi tiempo, pero mereció la pena.
Los dos referentes que me recuerdas fueron siempre un ejemplo para mí.
Respecto al mus, hace tanto que no juego que tendría que reciclarme, pero sin problemas aún puedo hacer un evido a la grande. ¡Ya somos 4!........JUGUEMOS.

aapayés dijo...

un placer descubrir tu blog esta interesante, el cuento me ha encantado la fluidez de tus pasos escritos en el, muy bueno...

saludos espero seguir descubriendo tu alma escrita es muy bella..


saludos fraternos con mucho cariño..

Donce dijo...

Jejé, yo no sé quién es mi pareja... pero no os pongáis tontos que os meto un órdago y os dejo tiesos!

(Sinditaa corazón, me alegro de verte. Y venga ¡¡arribaarribaa!!
-le dijo el cazo a la sartén-)

Anónimo dijo...

jajajajaja, qué caña tu abuela !

^_^

Fue mi abuelo quien me enseñó a jugar a mí, pero hace tantísimo tiempo que ya ni me acuerdo. No se yo si me enseñaria alguna trampeja; me temo que no


Un besote

Anónimo dijo...

Antes de nada agradecerte la dedicatoria,me siento muy honrado por ella.
Entrando en materia te diré que tu cuento parece una alegoría de la vida. A unos les tocan unas cartas y a otros otras. Unas hacen perder siempre y otras ganan indefectiblemente. Quiero pensar que somos dueños de nuestro destino.
Un beso. Me encanta cómo escribes.

mojadopapel dijo...

Pues conmigo no conteis que no se jugar.... y mejor, porque soy una viciosilla de casi todo.

Unknown dijo...

A. Payés, me alegra tu visita. ¿Para cuando tu nueva entrada?

Donce guapa, tu pareja es 42'5 que no quiere saber nada de las brujas...(creo que le doy mieditoooooooo jajajajajajaaj)
Veo tu órdago y le subo dos más.

Feme cielito, mi abuela era un puntazo, murió con 103 añitos de nada, sin enfermedad ninguna, sólo de desgaste. ¡Un puntazo, ya te digo!

Ricardo... ahora si que no sé que decir. Gracias prenda.

Mjppl,andandabas que has tardado tanto en venir, si te desxcuidas no entras... ¡Te voy a dar leches hasta en el DNI ¡hombre ya! tanto faltar, tanto faltar y luego querrás aprobar el curso. ¡Si esque no puede ser!!!!!!!
Me voy pa tu casa en los 15 minutejos que me quedan.
Un besi cielo