... DE ENCUENTROS Y REENCUENTROS.

Soñaba, por soñar en algo bonito, que tenía una comida en el Castañar, lleno de castaños, aire fresquito y un buen calderillo, con caras nuevas, sonrientes, ojos amables que me esperaban: Sinda, Jesús y Leticia, para conocerme y conocernos. Antonio y Mercedes que me recordarían, mis amigos Mayka, Manolo y Encarnita que me esperaban, Antonio G. Turríon, ni él mismo sabe cuanto me gusta y Nena su “hermosa dama”. Luís Felipe, al que miraría de frente esperando una disculpa, que igual no me daba porque él es así, muy… como él es… pero sobre todo, y que los demás me perdonen iba a comer con mi Mª Angeles, mi preciosa, mi querida compañera de toda la vida, de toda nuestra vida.

Soñar se sueña, hasta que el despertar invade la realidad. Mi cabeza era de algodón. Miles de esclavos recogían la cosecha y yo asistía al acontecimiento sin pestañear, sabiendo, como sabía, lo que eso significaba, quedarme en la cama e intentar que se recogiera lo más rápidamente la cosecha, dormir y dormir, horas, muchas, e intentar que la pesadilla pasara pronto. ¡Maldito vértigo que paraliza mi vida!

Apenas dos mensajes: 42’5, A la mierda el contrato, el mareo no cuenta (cosas nuestras). Manolo, No voy a la comida…. Y a dormir… a dormirla, sin haber bebido.

A las 6h. (las 18 para los puristas) me despierto y mi Arturo me dice que tengo mejor cara; ¡Mejor cara!. Salgo pitando a la PDT y veo a Sinda que sale a recibirme ¡Qué bonita es! Me sonríe y se me olvida el mareo. Jesús, un tipo grandote que me mira desde dentro y Leticia con sus trenzas aceptando besarme, ummmm ¡ que rico! Lo más gracioso Mayka enseñándome a Antonio y Mercedes que de repente se dan cuenta que me conocen de toda la vida… ¡pues claro! Y mi querido Manolo, un cielo, aunque eso es como siempre y no sorprende.

La anécdota; los dos Antonios pugnando (es casi mentira) por ver a quien quería más, quien era más guapo, más listo y tenía mejor pantorrilla. Ja ja.

No estaba mi compañera, me dijeron que me había echado de menos… no así su santo, Luís Felipe, que me había echado de más, con el que discutí… casi ferozmente, asustando al personal. No sé que me contó de unas gafas que se quitaban y se ponían… yo, cual “pelirroja deslenguada” no me callé nada y es que, chico listo, creo que las buenas maneras no son virtuales y los amigos o se cuidan o se espantan… aunque a ti, te de igual. Por cierto, sus besos (que me los dio) me gustaron… siempre me gustan.

Hoy le he comprado una caja de bombones a mi Hada Madrina porque me permitió, aunque fugazmente, ser feliz con sentimientos virtuales y presencias físicas.

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