VOY

Estoy cansada, no sabía cuánto. Cuando ha llegado la noche, envuelta en su sombra y agazapada, he abierto puertas; unas amigas, la mía sobre todo, otras cercanas y las más, de lugares remotos que me estaban permitidos. Ha sido entonces, mientras borraba mis huellas, cuando el cansancio, que hace días perseguía mis pasos, me ha encontrado. Su charla amigable, casi simpática, me ha convencido.

.- Déjalo todo, ven conmigo, súbete a mi mano y duerme. Alejarás desazones encubiertas, volteretas que te provocan nauseas, estrépitos que no sabes de dónde vienen, ni qué se llevan. Ven, te acercaré donde nunca subirás, allí donde nadie espera, donde los libros buscados están abiertos para ti… Ven…

Nos vemos… en septiembre. Un beso.